Por
el Revdo Ariel Irrazábal
arieli@anglicana.org.ar
Introducción
El presente texto analizará,
especialmente, mediante cinco pasos el proceso incipiente de la Iglesia
Anglicana en lo que hoy conocemos como Argentina.
Los cinco momentos que transito son los
siguientes: en primer lugar, hacer una síntesis de la construcción de la
Iglesia de Inglaterra. Desde ese marco considerar a la Iglesia de Inglaterra en
suelos rioplatenses. Enseguida, en un tercer momento los primeros pasos de la
Iglesia con sus ministros y estructuras. Como cuarto paso presento a Allen
Francis Gardiner, una figura insoslayable para comprender la acción misionera
de la Iglesia en Sudamérica. Finalmente, abordo la cuestión de las misiones a
los pueblos originarios.
El objetivo principal del trabajo en
navegar en la historia, en una época de construcción, y mediante hechos y
personas comprender los elementos fundamentales que configuraron el
anglicanismo en Argentina, especialmente en el norte argentino.
El método es narrativo e intencionalmente
procura mantener un lenguaje académico pero que no impida su lectura por
cualquier persona. La investigación se fundamenta en una base bibliográfica de
la historia de la iglesia amplia, incluye autores anglicanos y autores que
abordan la historia del cristianismo en general.
Los límites del trabajo son claros. Los
temas se presentan de forma concisa, de manera introductoria. Cada punto exige
ser profundizado por el lector interesado. El eje conductor que articula las
diferentes partes es presentar el modelo anglicano de misión a los pueblos
originarios. Hay un énfasis en resaltar figuras que no fueron parte del clero,
lo que, de suyo, significa un valor. El lector podrá percibir ejes temáticos
importantes y hacerse una idea de algunos jalones que sobresalen en la historia
del anglicanismo en Argentina.
1.
Los albores de la Iglesia de Inglaterra
La Reforma inglesa es un proceso genuino y
singular que gestada en el crisol del siglo XVI permitió una nueva vivencia del
cristianismo y su proyección al futuro. Tiene en John Wyclif, clérigo y teólogo del siglo XIV el
antecedente más evidente del proceso de reforma que se desarrollará en
Inglaterra. Wyclif tuvo una actividad intelectual intensa, tradujo partes de
los textos sagrados al inglés y formó una corriente de pensamiento conocida
como “lolardos”. Por su parte, fue el Rey Enrique VIII que mediante el apoyo
del Parlamento inglés logró transformarse en la cabeza de la iglesia y
del imperio gestando su independencia, la no intervención papal y ofreciendo a
sus súbditos un modo específico de rendir
culto sin romper la tradición cristiana sin
estar en comunión con Roma. Ese paso sería impensado sin la contribución de Thomas
Cromwell quien fue el genio pensante que articuló desde la política la relación
con la Iglesia, con el Rey Enrique, con el Parlamento y con el Pueblo un
sentido de autonomía y nacionalismo que posibilitó las reformas jurídicas
necesarias para sustentar las reformas religiosas al modo inglés.
Gestado el proceso de reforma es el arzobispo
Thomas Cranmer quien, en cierto sentido, puede ser considerado el padre del
anglicanismo sin el peso que puede tener, Lutero para los luteranos., etc. Fue
el arquitecto que amalgamó los elementos tradicionales del cristianismo
conocidos en el momento con los frutos de la Reforma, aunque influenciado por Calvino
y Zwinglio integró al mejor estilo de lo que sucedía en el ámbito académico de
Cambridge, las posturas de varios reformadores. Además, transitó el reinado de Enrique,
Eduardo y María. En este último fue condenado a la hoguera. Finalmente, la Reina
Elizabeth fue la persona que restauro y consolidó el proceso de reforma
inglesa. Su prolongado reinado dio estabilidad para enfrentar las crisis y
permitir la estabilidad necesaria para que la Reforma se encarnara definitivamente
en Inglaterra.
2.
La Iglesia de Inglaterra en suelos rioplatenses
El Tratado de Amistad, Comercio y
Navegación del 2 de febrero de 1825 entre los dominios de Su Majestad Británica y los
territorios de las Provincias Unidas del Río de la Plata genera un nuevo marco
de relación y un nuevo marco para la expresión religiosa de los británicos en
tierras americanas.
Reza el Artículo 12:
Los súbditos de S. M. B. residentes en las Provincias
Unidas del Río de la Plata no serán inquietados, perseguidos ni molestados por
razón de su religión, más gozarán de una perfecta libertad de conciencia en
ellas; celebrando el oficio divino, ya dentro sus propias casas, o en sus
propias y particulares iglesias o capillas, las que estarán facultadas para
edificar y mantener en los sitios convenientes, que sean aprobados por el
Gobierno de dichas Provincias Unidas: también será permitido enterrar a los
súbditos de S. M. B. que murieren en los territorios de dichas Provincias
Unidas, en sus propios cementerios, que podrán del mismo modo libremente
establecer y mantener.
Con este nuevo marco, que es
recíproco, es decir que los ciudadanos de las dichas Provincias Unidas gozarán
en todos los mismos derechos en los dominios de S. M. B, se abre la posibilidad
de la presencia de misioneros.
A propósito de este
hecho comenta el Reverendo David George.
Por lo tanto, el Tratado estableció la Iglesia anglicana como
la primera comunidad cristiana no católica del país. Claramente, el artículo 12
refleja las actitudes liberales y progresistas que informaban el pensamiento de
la época de Rivadavia, y sus amplios criterios que ampararon tanto a anglicanos
como a los presbiterianos escoceses, aunque también algunos protestantes
alemanes se sumaron y empezaron a asistir a los cultos en el nuevo templo de
San Juan Bautista, edificado en 1831… Sin embargo, el artículo no menciona la
cuestión de los casamientos por iglesia, ni autoriza al clero anglicano a
celebrar las bodas en sus templos. Aunque generoso en sus estipulaciones
religiosas para la comunidad extranjera, el artículo no contemplaba ningún tipo
de proselitismo y mucho menos un matrimonio del tipo que hoy en día se denomina
“mixto”.
El horizonte de posibilidades y límites
queda establecido. Inclusive, el conflicto paradigmático por una boda aconteció
en 1832 cuando un joven anglicano de Liverpool se casó con una joven católica
de la alta sociedad porteña. El desenlace fue una multa y prisión al pastor
norteamericano presbiteriano que ofició la boda, prisión al esposo que recusó
convertirse al catolicismo y reclusión a la esposa en la Santa Casa de Ejercicios
Espirituales. Cabe mencionar que anterior al Tratado se registran historias
similares.
3.
Los primeros pasos
Bajo
el reinado de Elizabeth un acontecimiento singular aconteció en lo que hoy
conocemos como Argentina. Inclusive, cabe ser dicho, que es un acontecimiento
desconocido por muchos historiadores quienes acostumbran a colocar el primer
culto anglicano en 1824. Por lo tanto,
En este tiempo, mientas la reina
–“Suprema Gobernadora de la Iglesia de Inglaterra”– mostraba su temple firme, y
al jefe espiritual de la nación se le había quitado el poder, en las remotas
aguas del Atlántico del Sur y más precisamente en el año 1578, se llevaba a
cabo la primera celebración litúrgica de lo que un día llegaría a llamarse la
Iglesia anglicana en un lugar que con los siglos, se convertiría en territorio
argentino.
Hecha
esta salvedad nos detenemos en presentar los primeros pasos de la Iglesia anglicana.
Sigamos lo que menciona Pablo Deiros:
El primer pastor anglicano
residente en Argentina, John Armstrong, se radicó en Buenos Aires en 1825.
Venía procedente de Honduras Británicas… sirvió como Capellán de la
colectividad británica hasta 1845, cuando se trasladó a Montevideo, quedando su
hijo en su lugar. Los anglicanos gozaron de la simpatía del pueblo y las
autoridades, en razón de que no se propusieron la evangelización de los
católicos. Su labor misionera se orientó hacia los indígenas, la fundación de
escuelas y al servicio de la comunidad británica.
Hay que destacar que además de la atención
pastoral a los británicos residentes hay un paso significativo en la misión a
los pueblos originarios, sobre este particular me referiré más adelante. Ahora,
profundicemos en la figura del Reverendo Armstrong.
Comenta
el Reverendo George,
No cabe duda de que el primer
capellán nombrado bajo las provisiones del acta de Capellanía Consultar era un
hombre destacado que gozaba de la estima de su grey. En primer lugar, Armstrong
era representante de una sociedad misionera (Sociedad para la Promoción del
Conocimiento Cristiano – SPCK), encargado de la distribución de biblias,
viajando en un continente tradicionalmente católico-romano y privado de su
mujer y familia, a los que había dejado en Inglaterra.
Para 1871 se registra que 10.533
súbitos británicos vivían en el país, 6.000 de ellos en zonas rurales. En 1869
se consagró al primer obispo de las Islas Malvinas quien estableció su
autoridad en su diócesis. En 1875 se revocó el Acta de Capellanía Consular y
con ello llegaron empresas y empleados provenientes del Reino Unido.
4.
Allen Francis Gardiner
Algunos definen al Capitán Gardiner como
un soñador incansable, probablemente sea una adjetivación adecuada. Gardiner,
en palabras de Deiros, “fue uno de los misioneros más intrépidos y tenaces que
actuaron en el continente, a pesar de todos sus esfuerzos terminaron en
frustración y el mismo acabó su vida en forma trágica”. Justo Gonzales presenta
sintéticamente a esta figura singular de la siguiente manera:
El primer anglicano que trabajó
como misionero en la América Latina fue Allen Gardiner. Este era un capitán de
la marina británica que había visitado Chile en el año 1822 y había comenzado a
interesarse en el trabajo misionero en aquel lugar. Su obra comenzó entre los
araucanos en 1838, pero cuatro años más tarde decidió dedicarse a trabajar en
Tierra del Fuego… El barco que debía venir seis meses después con nuevas
provisiones nunca llegó, y cuando algunos meses más tarde otro navío fue en
busca de ellos encontró que habían muerto de hambre.
El capitán Gardiner había logrado
fundar en Inglaterra una “Sociedad misionera patagónica” (luego llevó el nombre
de Sociedad Misionera Sudamericana – SAMS) … Además, y cumpliendo el proyecto
de Gardiner, en 1863 se estableció en las Islas Malvinas el sacerdote anglicano
Stirling, quien seis años después fue consagrado obispo de esas islas. A partir
de allí Stirling y los suyos organizaron numerosas misiones a los indios de la
argentina. Al mismo tiempo había un activo trabajo entre los inmigrantes de
origen anglicano.
Esta larga cita nos brinda un panorama excepcional.
Por una parte, se reconoce en Gardiner, quien había nacido en 1794, un celo por
el evangelio y la misión. En este sentido, probablemente, su familia había sido
influenciada por el movimiento de John Wesley. Su deseo de predicar y propagar
el evangelio puso en su corazón el deseo de las misiones lo que lo llevó a África
del Sur, Nueva Guinea, a las islas del Archipiélago índico, Chile, Bolivia,
Perú y Argentina.
Comenta
George refiriéndose a Gardiner,
Tal vez en la tradición universal
de la Iglesia podríamos incluirlo en esa lista de los “santos locos”, cuyas
vidas desafían la comodidad, la timidez y la indolencia de cristianos más
convencionales. Gardiner escribió su propio epitafio el 4 de julio de 1851, dos
meses antes de morir en Puerto Español: “Oro para que el Señor mi Dios sea
glorificado en mí, en cualquier cosa que nos ocurra en la vida o en la muerte”.
Figuras como la de Gardiner continúan
provocando a la Iglesia a salir de su lugar de confort y ser efectivamente
signo del Reino de Dios al interior de la historia.
5.
Misión a los pueblos originarios
Me acerco a un punto muy específico de
este texto, hemos considerado los inicios de la reforma en Inglaterra, los
albores del anglicanismo en Argentina, hemos destacado la figura de Allen
Gardiner. Ahora profundizo un aspecto, hago una suerte de recorte, en lo que
llamaré la misión a los pueblos originarios. Iniciaré considerando un marco
global que nos brinda el encuadre general de la presencia anglicana entre los
pueblos indígenas.
En 1911, año que prácticamente
marcó el fin de la misión en Tierra del Fuego, la Iglesia anglicana volvió a
hacer contactos con indígenas argentinos, pero en la otra punta del país: el
Chaco… Barbrooke Grubb se puso a trabajar metódicamente con un equipo de
misioneros experimentados, con la colaboración de la empresa inglesa azucarera,
Leach Hnos, que empleaba a los indígenas en la cosecha. Tuvo la asistencia de
un capellán, el Rvdo. H.T. Morrey Jones, quien pastoreaba la comunidad inglesa
en Jujuy. El equipo se dedicó a un largo período de preparación, y se concentró
en el pueblo wichí (antes conocido como “mataco”), por ser éste numeroso y
completamente pagano.
Grubb de trasfondo anglicano evangélico,
junto a los otros misioneros, tomó tiempo para dominar el idioma y conocer la
cultura de la tribu, comprender su cosmovisión. Para 1918 cerca de 150 personas
vivían en Algarrobal, en el recinto misionero. “Bajo la supervisión de los
misioneros, los Wichí aprendieron nociones de ganadería, carpintería, manejo de
carros, arado, cómo cercar, construir casas, cortar y aserrar árboles, curtir y
coser el cuero. Las mujeres recibieron instrucción en los trabajos domésticos,
lechería y manualidades”.
Además, luego de una larga y
paciente preparación catequística, ocho conversos fueron bautizados por el
obispo Every en 1922, para su mayor alegría en el día mismo de su cumpleaños.
El obispo describió su visita a la misión chaqueña como “muy interesante porque
nunca me ha tocado ver una misión indígena antes que tuviera una existencia
real”… Como era la práctica de aquella época, la conversión y posterior
bautismo de los Wichí marcaron el primer paso antes de la plena incorporación
en la vida sacramental de la Iglesia….
Uno
de los compañeros de Grubb fue Hunt, dice:
“Los wichí han aprendido del
argentino algunos de los artes de la vida, y saben decir “Dios” y “diablo”.
Pero éstos son para ellos nada más que palabras sin significado, nubes sin
agua, árboles sin fruta”…
Hunt reconoció la importancia de
sentarse con la gente y hacerse su compañero, sin juzgar ni condenarles, pero
más bien aprendiendo su forma de pensar y vivir, hablando su idioma, comprendiendo
su visión del mundo; y esta perspectiva sostuvo y reforzó la obra de los
pioneros. Sentían que Dios le había llamado a demostrar entre los indígenas
argentinos el mismo mensaje, las mismas buenas nuevas, que habían impactado
tanto las vidas de los Énvet del Paraguay; realmente fue el momento clave en la
historia de los wichí. Su amor a la gente, su compañerismo, junto con su
dedicación y confianza en Dios, iban a cumplir la resolución de la SAMS del 26
de octubre de 1910.
Estas consideraciones muestran el
contenido y el método de la acción misionera de los primeros evangelizadores
junto a los pueblos originarios. Parece ser que lo determinante es el “estar”.
Estar junto a ellos, en sus vivencias y trabajos. No hay un a priori
determinante o un objetivo que alcanzar. Es desde la vivencia compartida,
“estando”, que sucede la maravilla de la comunicación de la fe. Es una suerte
de testimonio pasivo, silencioso, que permite que emerja la presencia ya
actuante de Dios. Todo ello gestó que en el momento oportuno se pudiera
compartir el texto sagrado en el idioma propio de cada pueblo indígena. La
buena noticia del evangelio brota de la vida misma y se hace voz cuando la
palabra de la vida humana se encuentra con la Palabra de vida que ofrece Dios e
ilumina la historia compartida.
Un resumen extraordinario de la presencia
anglicana junto a los indígenas y de cómo sucede el proceso del “estar” para
estar en Dios lo comenta el Obispo Anglicano David Leake, hijo de misionero, quien
recuerda que sus primeros juegos fueron con niños Tobas, que su primera lengua
y cultura fue la Toba en su autobiografía
dice de su padre:
Probablemente aquí radique la
especificidad misionera anglicana a los pueblos indígenas. Es una
evangelización encarnada en la vida, en sus palabras y en sus silencios. Es una
evangelización centrada en la cercanía de Dios mediante la cotidianidad. Si de
alguna manera se puede distinguir teológicamente entre ser y estar, aquí, el
rasgo que se comunica vivencialmente de Dios es de un Dios que está, que acampa
con su pueblo, que hace su morada en medio de ellos. El misterio de la cercanía
de Dios acontece en la cercanía mediada por la presencia del otro.
Conclusiones
1. La Iglesia de Inglaterra tiene un proceso singular en
su génesis y configuración. Cinco figuras merecen ser mencionadas de manera
especial. De entre estas cinco algunas aportaron elementos políticos, otros
teológicos, otros espirituales. Pero, ciertamente la Iglesia de Inglaterra no
sería tal sin la Reina Elizabeth. Fue bajo su reinado que se celebró el primer
culto según el orden del Libro de Oración Común en lo que hoy conocemos por
Argentina.
2. El Tratado de Amistad, Comercio y Navegación del 2 de
febrero de 1825 entre los dominios de Su Majestad Británica y los territorios de las
Provincias Unidas del Río de la Plata genera un nuevo marco de relación internacional
y para la expresión religiosa de los británicos en tierras sudamericanas.
3. El primer pastor anglicano residente en Argentina fue
el Reverendo John Armstrong quien se radicó en Buenos Aires en 1825. En los
comienzos de la presencia anglicana se puede afirmar que gozaban de la simpatía
del pueblo y las autoridades, debido a que no se propusieron la evangelización
de los católicos. Su labor misionera se orientó hacia los indígenas, la
fundación de escuelas y al servicio de la comunidad británica.
4. Una figura singular es la del Capitán Allen Francis
Gardiner. Su fervor misionero, su liderazgo y su capacidad para organizar la
Sociedad Misionera Sudamericana (SAMS) significó en primer lugar el comienzo de
la presencia evangelizadora entre los pueblos indígenas, pero, en un segundo
momento, la posibilidad de recursos de permitieron, efectivamente, la labor
misionera y su permanencia en el tiempo. Sin un visionario de esa naturaleza
hubiera sido imposible llegar al lugar relevante que la Iglesia Anglicana tiene
entre algunos pueblos indígenas del norte argentino.
5. La misión a los pueblos indígenas, especialmente Wichís
y Tobas, es la marca de la presencia evangelizadora anglicana en Argentina. Misión
marcada por la cercanía, el aprendizaje del idioma y la traducción de los
textos sagrados a los mismos. Desde una teología de la encarnación Dios está en
medio del pueblo.
6. Los caminos continúan abiertos y la historia se sigue
construyendo. La historia es un proceso dinámico que alberga en su interior la
irrupción de Dios como Señor de la vida y de la historia. No perdamos la
oportunidad de ser parte de ella.
 |
Altar de la Iglesia Anglicana de Quilmes |
Bibliografía
DEIROS, Pablo A. Historia del cristianismo – El
Testimonio Protestante en América latina. Ediciones del Centro, Bs. As.,
2012.
LEAKE, David. Under and
algarrobo tree. Loxwood Press, Worthing, 2012.