15 abr 2020

Jueves Santo

Revd. Ariel Irrazábal

El servicio siempre es contextualizado, nunca es en abstracto. Es en un lugar, una ciudad, un barrio, una familia, una comunidad cristiana, etc.

Hoy, jueves santo, la tradición de la Iglesia hace memoria de dos hechos muy importantes, la última cena y el lavatorio de los pies. Considerando la experiencia de la Comunión eucarística en la Santa cena nuestro énfasis será en el lavatorio de los pies.

El lavatorio de los pies, ayer y fácilmente podemos imaginarlo hoy, era una tarea reservada a los esclavos. Desde ese lugar Jesús desafía a sus discípulos a vivir su seguimiento desde esta actitud fundamental. Aquí no hay parábolas, no hay alegorías, hay un acto concreto estrechamente vinculado a la cena del Señor.

Es decir, en Juan no tenemos el relato de la última cena. Ésta se sustituye por el lavatorio de los pies lo que implica en la lectura creyente de una comunidad aproximadamente en torno al año cien de nuestra era, la existencia de la praxis comunitaria de la cena del Señor y la mirada al acto de la comunión eclesial intrínsicamente unido al servicio. Dicho de otro modo, la cena no podía ser un acto eminentemente intimista o de disfrute de unos pocos. La cena debía ser una acción de compromiso y vivencia del servicio. Las palabras de Jesús son imperativas, el discipulado se define en y por el servicio.

San Juan 13: 14-15: Si yo, que soy el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros. Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes.

Considerar esta realidad nos ayuda a vivir mejor este tiempo donde en nuestras comunidades no podemos encontrarnos a compartir el pan y el vino, pero sí podemos desarrollar el alimento espiritual mediante el pan de la palabra.

El Servicio, en clave de discipulado, de alguna manera, hace visible la comunión eucarística. La entrega simbólica de Jesús en la última cena nos anuncia lo que un momento después sucederá en la pasión y muerte. Dicho esto, toda entrega de servicio implica donación, amor hasta el extremo.

El servicio puede tomar diferentes facetas. Pero, todos, estamos llamados a hacer verdad la cena del Señor, el amor entregado hasta el extremo, en la salida de nosotros mismos como respuesta al imperativo de descubrir en el rostro del otro la presencia de Cristo.

Te invito a pensar tu servicio, a pensar a qué otras realidades puedes servir, cómo puedes hacer para que el mismo exprese de manera elocuente, testimonial, el llamado a vivir igual que el maestro, lavando los pies los unos de los otros. 

Que así sea.