El texto del Evangelio que nos ha sido proclamado este domingo nos brinda en las palabras de Jesús no sólo el cumplimiento del Primer Testamento, sino que, de alguna manera, una ruptura, una superación al profundizar su contenido.
En el
evangelio se explicita que la Ley debe pasar por el cribo, por el prisma, de
las palabras y las acciones de Jesús. Las sentencias tienen una misma
estructura: Han oído que se dijo – Pero Yo les digo. Jesús por sus
palabras y por sus acciones transforma la Ley por su autoridad y su mensaje
resignifica las relaciones entre iguales, entre superiores e inferiores
(varón/mujer) y con Dios. En 5: 21-26 el tema es matar versus herir con
palabras al otro, la ley prohibía quitar la vida al hermano, pero los
homicidios ocurrían de igual manera y los asesinos llegaban con sus ofrendas al
templo para purificarse de su pecado. Jesús no sólo prohíbe matar, sino que
prohíbe herirlo al hablar y enseña que es necesario buscar la reconciliación
con la víctima de la ofensa en lugar de buscar el perdón de Dios a través de la
ofrenda. En 5: 27-32 el tema es el adulterio. La ley culpabilizaba de adulterio
siempre a la mujer, aún si sólo hubiera sido encontrada hablando en la calle
con un varón. La ley amparaba al varón y éste podía repudiarla y volver a tomar
esposa. Jesús revierte esta dinámica y pone la responsabilidad sobre el varón
defendiendo a la mujer que quedaba expuesta y vulnerable ante esta norma. El
último tema que trata en 5: 33-37 es la autenticidad en el actuar, cuando digas
sí o cuando digas no que así sea. La ley prohibía jurar, pero permitía
juramentos a Dios. Jesús enseña que cuando se vive en consonancia y coherencia
entre lo que se cree y se practica no hacen falta los juramentos… mucho menos a
Dios.
En la medida en que con su autoridad Jesús dice Yo les digo está
enfáticamente ofreciendo una nueva manera de relacionarnos con Dios y con los
otros. Por lo tanto, decirnos cristianos, y quedarnos aferrados, estancados,
presos en expresiones, versículos, prácticas rituales, etc., del Antiguo
Testamento es, en cierto sentido, restrictivo en relación al seguimiento del Dios que se auto-comunica en
la persona de Jesús de Nazareth y nos convoca a vivir una vida plena, digna y
feliz.
Rev. Can. Ariel Irrazábal